Esa es la verdadera pasión del poder, su idée fixe: hacer de la representación la única realidad en la que se puede vivir.
![](https://www.wga.hu/art/a/abbate/portrai1.jpg)
Mucho antes de nuestro tiempo, las costumbres de nuestros antepasados moldearon a hombres admirables y, a su vez, estos hombres eminentes defendieron los caminos y las instituciones de sus antepasados. Nuestra época, sin embargo, heredó la República como una hermosa pintura de días pasados, sus colores ya se desvanecieron a través de la gran era; y no solo se ha descuidado nuestro tiempo para refrescar los colores de la imagen, sino que no hemos podido conservar su forma y sus contornos. Porque, ¿qué nos queda hoy en día de las antiguas formas en que se fundó la mancomunidad? Los vemos tan perdidos en el olvido que no solo se descuidan, sino que se olvidan por completo. ¿Y qué diré de los hombres? Porque nuestras costumbres han perecido por la falta de hombres que las apoyen, y ahora estamos llamados a rendir cuentas, de modo que quedamos impugnados como hombres acusados de delitos capitales, obligados a defender nuestra propia causa. A través de nuestros vicios, y no por casualidad, retenemos la palabra "república" mucho después de haber perdido la realidad. –Cícero, De Re Publica
Esa es la verdadera pasión del poder, su idée fixe: hacer de la representación la única realidad en la que se puede vivir.